Casa Santo Domingo: Donde la Historia y el Romance Se Entrelazan en el Corazón de Antigua Guatemala

Así que aquí estoy, en mi propia ciudad, Antigua Guatemala. El pedacito de tierra que decidí llamar hogar. Pasé un año viajando mucho, lo cual hace que ahora vea la Antigua con ojos nuevos. El tiempo lejos me hace reconocer profundamente su belleza natural y colonial. Al ver sus ruinas no puedo evitar pensar cómo se habrían visto antes del terremoto que, en época colonial, dejó estos hermosos edificios en ruinas y, como hoy, este mismo escenario, es extremadamente romántico. Tal vez porque lo más lindo del amor es ese gozo efímero del sentimiento que roza con lo eterno.

Me siento agradecida de pasar mis días aquí, donde la vida corre más lento y la cercanía con los volcanes decora eternamente el paisaje, dándole una mística inigualable.

Inspirada por la belleza, reconocí la necesidad de redescubrir las maravillas que una tiene en su patio trasero y decidí hacerlo de una manera extravagante: hospedandome en el emblemático Hotel Casa Santo Domingo.

Este hotel originalmente fue un convento de la misma edad que la ciudad colonial, nacido en la época en la que Antigua era la capital centroamericana. En 1,773, el convento quedó en ruinas después del terremoto que destruyó el resto de la ciudad. Con el paso del tiempo, su terreno fue seccionado y vendido. El convento hubiera desaparecido por completo si no fuera porque, en el Siglo XX, un arqueólogo compró una parte y comenzó a excavar y recuperar partes del convento, llamando así la atención de un inversionista guatemalteco que terminó comprando, por partes, la totalidad de la propiedad para restaurarlo y transformarlo en el hotel de lujo más emblemático de Antigua con un vínculo directo al pasado.

¿Por qué visitar el hotel aún si no te hospedas?

El hotel tiene seis museos espectaculares y dos salas de arte con exposiciones temporales, el mejor spa de la ciudad (ó al menos mi favorito), su restaurante está dirigido, nada más y nada menos, que por el legendario Mario Campollo, ícono de la historia gastronómica guatemalteca. Los fines de semana y días festivos tienen el mejor buffet de platos típicos guatemaltecos.

El día de mi reserva hacía un calor bochornoso en la ciudad. La calle estaba llena de gente y movimiento, por lo que mi corazón ansiaba llegar al hotel para sentir la paz monástica que evoca. Es como un oasis fresco de tranquilidad y un refugio secreto. Santo Domingo honra sus raíces monásticas con una música leve de cantos gregorianos que amenizan los pasillos y áreas comunes. La música invita a estar presente, calmo y con silencio interior.

Desde hace varios años, el spa del hotel es de mis escondites favoritos de Antigua. Con una vista espectacular al Volcán de Agua, el spa tiene una piscina relajante que está siempre a temperatura de ambiente, una jardinización exuberante que relaja y refresca, un cuarto de jacuzzi enorme con esculturas de resina de la artista guatemalteca María de Dolores Castellanos, saunas, espacios hermosos y silencios para asolearse, leer o simplemente descansar. Además de estos espacios comunes, también ofrecen tratamientos de primera clase y un menú casual de comida deliciosa, hecho.

Siempre quise quedarme en las habitaciones que dan al spa y por eso elegí una de estas. El interior de mi habitación era una mezcla de lujo y buen gusto con un estilo clásico colonial. Detalles cuidadosamente seleccionados (chimenea con leña, chocolates en la almohada, productos L’Occitane en el baño) y la sensación de abrir las puertas de madera para entrar directamente al spa, hicieron que mi elección valiera la pena.

Mientras descansaba en el spa, reflexionaba sobre lo importante que ha sido para la Antigua este hotel… un espacio emblemático cuya existencia provocó el rescate del antiguo convento para darle una nueva vida, traduciendo lo antiguo a lo contemporáneo, a través de una estética novohispana. Tiene decoraciones hechas por artesanos locales y sus muros llenos de obras de artistas guatemaltecos, son una herencia importante para la ciudad.

Además, como guatemaltecos, este lugar resguarda todo tipo de recuerdos. Conozco tantas personas que se casaron aquí. Familiares, amigos de toda la vida, incluso extranjeros que planificaron en Antigua su “Destination Wedding” en el hotel. Reconozco el valor de este lugar, no solo como hotel, sino también como un santuario que supo resguardar el espíritu e historia de esta hermosa ciudad. Un lugar que realmente te transporta a ese espíritu antigüeño de convento, de silencio y misterio.

La cena en El Refectorio, el restaurante dirigido por el chef Campollo, fue un verdadero deleite. Mario es un “chef de chefs” o jefe de jefes. Digo eso porque mantiene las cualidades y valores más estoicos que tenían los chefs de la vieja escuela, antes de que ser chef estuviera de moda. Su enfoque no está en las luces de las redes sociales, ni en el espectáculo. Su enfoque está en cocinar y hacer bien su trabajo. “Don Mario”, como le dicen de cariño los chefs más jóvenes, fue el mentor, tutor o maestro directo de varios de los chefs guatemaltecos más conocidos de la escena gastronómica actual, por lo que le guardan admiración y respeto.

El Refectorio es la propuesta gastronómica de Mario, en la que ofrece una cocina delicada y refinada que complementa con exquisitez la experiencia de hospedarse en el hotel. La cocina de Mario es una combinación de técnica, buenos ingredientes locales, sabor y confort.

Puedes pedir un degustación para disfrutar de la creatividad máxima del chef ó bien puedes aprovechar el excelente menú a la carta, con pastas hechas en casa (recomiendo los deliciosos pappardelle con ossobuco, hongos chestnut ostra y grana padano). También hay distintas variedades de sushi, platos hechos al horno de brasas (josper), platos con inspiración asiática, como el pollo tandoor y deliciosas entradas como los espárragos al carbón con salsa romesco y almendras tostadas ó el tartar de atún con aguacate asado.

No cabe duda que Casa Santo Domingo ha contribuido enormemente a esta hermosa ciudad, resguardando su historia, patrimonio, arte, ofreciendo alta gastronomía y aportando a convertir Antigua en un destino de bodas importante.