La gastronomía es comunidad, lo que deja la premiación de Latin America's 50 Best Restaurants 2025 en Antigua Guatemala
Guatemala se sostiene y crece en comunidad
Por Mr Menu Staff
10 min
Antigua Guatemala al centro
La llegada de Latin America’s 50 Best Restaurants 2025 convirtió a Antigua Guatemala en el punto de encuentro regional para la industria gastronómica. Durante varios días, la ciudad se expandió más allá; sus calles, ruinas y corredores se llenaron de actividades, conversaciones y colaboraciones, brilló una comunidad que se ha construido a lo largo de más de una década. Guatemala no solo fue la sede de una premiación, sino que acompañó a los visitantes, compartió su territorio y mostró la diversidad que compone su cocina.

Lucía Barrios chairman de Centroamérica para Latam’s 50 Best y fundadora de Mr. Menú, junto a Harris Whitbeck, director de Inguat, Claudia Bosch, CEO de Grupo Alta y René Printemps, director de Visa Centroamérica, lideraron la gestión para que la premiación sucediera en nuestro país, con la visión conjunta de crear espacios, diálogos y actividades que mostraron el punto más importante, la gastronomía guatemalteca se sostiene en comunidad.

Desde el inicio, el Instituto Guatemalteco de Turismo, sector privado, chefs, periodistas y gastrónomos locales, asumieron el rol de anfitriones, no solo acompañando a los visitantes, sino también compartiendo cada rincón y todo aquello que compone su cultura.
Chefs unidos y mesas compartidas
A lo largo de la semana se desarrolló una dinámica de acompañamiento constante. Los visitantes encontraron una comunidad dispuesta a recibir, guiar y cocinar juntos. Los cocineros guatemaltecos estuvieron presentes en múltiples espacios, desde cenas, celebraciones, conversatorios, recorridos y encuentros espontáneos.
Actividades como la Fiesta del Barrio en Mercado 24, la colaboración de Maizajo en Patio San Román, Rodrigo Aguilar de Kombu cocinando con Sambombi, las 50 Best Signature Sessions por Mario Godínez y Carlos ‘Chino’ Sosa de Barriga Llena junto a Niño Gordo, Rodrigo Salvo de Quiltro cocinando con Pía Salazar y Alejandro Chamorro de Nuema en Ecuador, Noemi Dulischewki de Wild Daughter en colaboración con Rodolfo Guzmán de Boragó en Chile y Amber Burling de Libra junto a Francisco ‘Paco Ruano’ de Alcalde.





Además, dos eventos imperdibles en Suelo Vinos junto a Marsia Taha de Arami en Bolivia y Luis Morales de Casa Fuego en El Salvador, el brunch de Los Cuates Pa’ Los Cuates en Villa Bokéh que incluyó la participación de los chefs Sergio Díaz, Pablo Díaz, Débora Fadul, Néstor Sical, Chiri Galindo, Nicolás Solanilla, Marcos Sáenz y Juan Luis Vásquez, mostraron la capacidad de Guatemala para trabajar de manera colaborativa aportando cada uno su estilo e identidad dentro de la cocina. La presencia repetida de anfitriones locales en cada actividad generó un ambiente de conexión entre profesionales, incluyendo aquellos que no forman parte de la lista protagonista.
Espacios como Ermita Antigua y Clio’s reforzaron la hospitalidad en el Welcome Dinner, muestras de tradiciones como el torito y la danza de venados dentro de ruinas históricas. Muchos de los visitantes internacionales experimentaron por primera vez la cocina guatemalteca como es debido, no a través de un menú, sino a través de todo su territorio.


Los Chefs Talks, parte del programa de Latin America’s 50 Best Restaurants 2025, se llevaron a cabo en El Patio de Clio’s y son importantes porque permiten a los invitados conocer de primera mano las ideas, procesos y contextos que dan forma a la cocina latinoamericana actual. Harris Whitbeck le dio un reconocimiento a Ana Carlos por su labor documentando la gastronomía guatemalteca a través del programa El Sabor de Mi Tierra. Pablo Díaz enfocó su Chef Talk en resaltar el valor del producto local y la importancia de los mercados para descubrirlo. Además, se le unieron cuatro cocineros que compartieron cómo trabajan el legado culinario desde sus contextos. Natalia Cocomá habló de reinterpretar Colombia desde ingredientes locales, Marsia Taha presentó su trabajo con productos de la Amazonía y los Andes, Inés Páez Nin destacó el papel de los productores dominicanos e Iván Ralston mostró cómo combina tradición brasileña y técnicas actuales.

El Chef’s Feast también es parte de las actividades del evento, siendo un encuentro gastronómico donde cocineros locales presentan platos, técnicas e ingredientes representativos de su territorio, pensado para que los invitados conozcan la cocina del país anfitrión más de cerca, en un ambiente relajado y cercano a productores y tradiciones. En este no podía faltar la presencia de El Comalote, proyecto antigüeño de Gabriela Perdomo que busca rescatar semillas de maíz criollo a través de prácticas de trazabilidad, con sus tortillas de maíz criollo con chojín y los representativos chuchitos; Chichoy participó con sus tortillas con queso Chancol, representando el mestizaje entre la gastronomía kaqchiquel y europea, el chef Carlos Caballeros de Gusina Garífuna con un Tapado emblemático de la región de Izabal, Doña Carmen de San Juan del Obispo presentó el pepián de chocolate y Peter Meng con su muestra de Shukos contemporáneos. A pesar de ser una muestra variada, todas las preparaciones resaltaron por su calidad en presentación y degustación.


Manos en la Masa
Uno de los momentos más relevantes de la semana fue Manos en la Masa, una iniciativa de Mr. Menú y Villa Bokéh con el apoyo de Bam y Visa Guatemala. Más que un almuerzo colaborativo fue creado como un evento periodístico gastronómico que intentó responder a la pregunta: ¿A qué sabe Guatemala? El programa reunió a cuatro chefs internacionales, cuatro chefs guatemaltecas con un trasfondo profundo de investigación sobre la gastronomía guatemalteca y cuatro periodistas internacionales para conocer el sincretismo que hay en los rituales gastronómicos de Alta Verapaz, donde realizaron un recorrido curado que permitió comprender la región desde su territorio, ingredientes y cosmovisión. La experiencia incluyó convivir en Hotel Chijul dentro de una reserva forestal, aprender sobre orquídeas nativas en los bosques nubosos, incluida la vainilla cobanensis, explorar ingredientes esenciales como chile cahabonero, chipilín, tomate de árbol, tubérculos nativos, frijoles tradicionales y cardamomo, además de presenciar el Paab’anc, una tradición religiosa y comunitaria celebrada en la histórica Ermita de Santo Domingo, que revela la profundidad cultural del pueblo Q’eqchi’. En este recorrido, el bachá, preparación ancestral de las Verapaces elaborada con hojas de Santa María, k’ala, pepita sin sal, hierbas frescas y chile rojo, no solo se volvió una revelación para chefs y asistentes, sino una pieza fundamental para comprender la identidad culinaria del territorio. Degustar el plato en su contexto original permitió a los cocineros dimensionar su significado histórico y ceremonial, asociado al resguardo de la memoria y a antiguas prácticas comunitarias. Por su peso cultural, el bachá es un plato que formaría parte del menú final, además, cada estación del recorrido mostró cómo la hospitalidad, espiritualidad y prácticas cotidianas de la región definen su sabor.


Durante el recorrido, cada cocinero descubrió y se enamoró de un ingrediente desde el territorio, resultando en su implementación dentro del menú que ofrecieron el domingo en Villa Bokéh. Desde Chile, Nicolás Tapia de Yumchá trabajó la semilla de calabaza tostada y molida y el chile cobanero en una milhojas de calabacín y pepitas que trasladó de la inspiración al plato. Desde México, Thalía Barrios de Levadura de Olla tomó como punto de partida el tamal 7 camisas de las Verapaces, haciendo su versión oaxaqueña en un tamal de gueza con frijoles tiernos y quelites, incorporando frijol piloy y frijol tierno. En la propuesta de Rodolfo Guzmán, la langosta se convirtió en el medio para resaltar el roqtix, o espinaca maya, dentro de una preparación de langosta con raíz de kollof y ají cacho de cabra. Por su parte, Marsia Taha incorporó flores silvestres locales en un caldo en base a coco, tucupí, ají gusanito y flor de colonia. Esa misma exploración compartida, vivida por todos durante el viaje a Alta Verapaz, marcó las preparaciones de los cocineros locales, quienes integraron lo aprendido del territorio con sus propias técnicas.



El almuerzo final reunió técnicas, enfoques y productos nativos. Paula María Enríquez preparó un bachá de res cocinado entre cenizas con k’ala, samat, chile cobanero y pepita de ayote molida, un plato profundo de las Verapaces que, para sorpresa de muchos, incluidos guatemaltecos, resultó en un descubrimiento; una muestra de la propia cultura que no todos habían probado y que destacó por su complejidad y arraigo. Chayito Álvarez presentó su quichom, un recado ancestral con cuerito de lechón curado con cacao criollo y café caturra, acompañado de un tamalito de cuatro colores y una amalgama de queso y tortilla, que inició conversación entre comensales por la presencia de su tradición. Por su parte, Mirciny Moliviatis presentó Los Sabores de Cobán con maracuyá, cardamomo, cacao y café, una lectura contemporánea de los ingredientes de la región que añadió una capa más de identidad al menú. Una mirada a la tradición guatemalteca que pudo equiparar en sabor a las cocinas de más alto nivel en la región guatemalteca. La experiencia se acompañó de la música de Maya Aj, cuyo trabajo investigativo sobre el territorio, aves, viento, madera, entre otros, ofrece una interpretación y muestra actual de la raíz maya.


El Ritual del Café Guatemalteco como continuación
Entre las actividades adicionales destaca El Ritual del Café Guatemalteco, presentado en su primera edición en Antigua Guatemala, dio inicio en la Finca Filadelfia con la participación de Pía Salazar, mejor chef pastelera del mundo 2024 según 50 Best, y Ronald García, chef pastelero de Pizca Patisserie. El evento, que también incluyó un tour por la finca productora de café para comprender todo el proceso de semilla a la taza, sumó un recorrido especializado que llevó a los periodistas internacionales a adentrarse en la geografía cafetalera del país. Un trayecto entre montañas, cafetales y plantaciones que permitió apreciar de cerca la complejidad agrícola y el patrimonio natural del café guatemalteco. Siendo una antesala para la experiencia que inicia el jueves 4 de diciembre, este tour reveló la riqueza que Guatemala ofrece al mundo. La experiencia estará disponible para la comunidad local en 6 cafés seleccionados: Alegría Café, 12 Onzas, Fat Cat Coffee House & Roastery, Hotel Casa Santo Domingo, Villa Bokéh y Artista de Café.

Diversidad, técnica y territorio
La ceremonia en Tenedor del Cerro se convirtió en uno de los principales aciertos para la celebración de la ocasión. Un espacio cultural lleno de arte, esculturas y con imponentes montañas de fondo. El servicio liderado por el chef Mario Campollo, maestro y referente para muchos cocineros del país, destacó por su incomparable precisión, además de su remarcable e inusual capacidad de ejecución a gran escala. El servicio de catering ofrecido por Hotel Casa Santo Domingo destacó por la calidad de los ingredientes en cada plato. La preparación fue impecable y la variedad, abundancia y elaboración de cada propuesta resaltaron tanto en presentación como al paladar.

Cerrando un capítulo con identidad
La semana terminó con un after party organizado por Mr. Menú y Fridas, así como el apoyo de Cerveza Gallo y Visa Guatemala. Uno de los detalles inolvidables de la noche fue la participación de Leo Espinoza, chef de Leo en Bogotá, Colombia, como DJ. El cierre reafirmó la capacidad de Guatemala para compartir conocimientos, generar comunidad y hacer de cada ocasión, algo inolvidable.
Lo que queda
La semana no solo acompañó un evento internacional, esta fue una muestra de la evolución y el crecimiento constante de la gastronomía guatemalteca; una que solo es posible a través de la comunidad sólida que se ha construido con dedicación y muchísima intención. Locales y visitantes reconocen el valor cultural del país, la complejidad de su composición y la presencia con la que cuentan en diferentes espacios y categorías. Esta fue una oportunidad en la que se reflejó un país dispuesto a trabajar en conjunto y proyectarse mucho más allá de una noche de premiación. En esencia, una semana que permitió ver, comprender y enamorarse de Guatemala a través de la cocina.
Reseñas
Seccion de Q&A
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